Francotiradores en azoteas, casi 150 cámaras de seguridad, unos 300 periodistas acreditados y miles de simpatizantes y contrarios al ex mandatario apostados en la calles de la capital del sureño estado de Río Grande do Sul, son solo algunos de los datos de un pleito que ha traspasado las fronteras de Brasil, según describe la Agencia EFE.
La decisión que marcará el futuro político de Lula estará en manos de los 3 magistrados que integran la octava sala del tribunal: Leandro Paulsen, Víctor Luiz dos Santos Laus y Joao Pedro Gebran Neto, instructor del caso relacionado con la trama corrupta destapada en la petrolera estatal Petrobras.
El trío comenzará a las 8.30 local (10.30 GMT) el análisis del recurso de apelación contra la sentencia que dictó en julio el juez Sergio Moro, de primera instancia, y que de ratificarse, podría anular su eventual candidatura para las elecciones presidenciales de octubre. La octava sala siguió una línea dura contra los sospechosos por corrupción, pues apenas absolvió a 5 de los 77 condenados por Moro y en la mayoría de los procesos confirmó la pena y, en ocasiones, hasta la aumentó.
Paulsen es el más joven de todos (Porto Alegre, 1970), considerado un prodigio dentro del mundo del derecho, pues ya era un juez federal cuando tan solo tenía 23 años. Pese a que su carrera iba encaminada hacia el derecho tributario, su ingreso en el TRF4 le hizo cambiar de tercio y especializarse en materia penal, un conocimiento que plasmó en su libro Crimes Federais, de 456 páginas, publicado el año pasado.
Laus es el más veterano (Joaçaba, 1963) y antes de ingresar en 2003 en el tribunal fue procurador del Ministerio Público Federal durante cerca de 20 años. De acuerdo con medios especializados, no aplica decisiones muy severas, pero en la profesión es visto como bastante rígido y silencioso.
Gebran Neto (Curitiba, 1964) es a priori el más duro de todos. Trabajó como fiscal en el Ministerio Público estatal y ejerció la abogacía antes de elegir la carrera de magistratura federal. Doctor en Derecho Constitucional, entró en el TRF4 en 2013 y su supuesta amistad con el juez Moro fue criticada por la defensa de Lula, a la que también le extrañó el tiempo récord, apenas 7 meses, para tramitar el recurso.