El orgullo herido de los de Gallardo, especialistas en los ‘mata mata’, fue suficiente para conseguir la ventaja parcial. Un centro perdido quedó en los pies de Ignacio Fernández, uno de los mejores del conjunto millonario, y en lugar de mandar el centro, combinó con el Pity Martínez que le devolvió el balón para que remate, pero fue trancado por Cardona y el árbitro cobró penal.
A los 18 minutos, Martínez lo cambió por gol y River se puso en ventaja. A partir de allí, comenzó otro partido. Un partido en el que Boca no pudo salir del aburguesamiento con el que entró en el campo y sus líneas quedaron desconectadas, como la mayoría de los móviles presentes en el estadio, a pesar del anunciado debut del “anillo digital” con wifi gratis para todos, y que fue para nadie.
Boca salió a buscar el empate en el segundo tiempo pero se encontró con una muralla. A poco más de tres meses de llegar a River, Franco Armani tuvo su noche consagratoria. El portero tuvo al menos cuatro intervenciones que eran seguras caídas, y que resolvió con personalidad, sobre todo en una doble tapada ante Fabra y Nández que terminó con una contra letal manejada por la otra figura del encuentro, Ignacio Fernández, y el gol de otro Ignacio, Scocco, para poner el 2 a 0.
Los 15 minutos restantes estuvieron marcados por un dominio de pelota de Boca, que, aún sin ideas, inquietó a una defensa de River decidida a vender cara la derrota (o el empate). Boca careció de juego asociado y mostró una vez más falta de carácter en partidos por eliminación directa. Esta vez no hubo gol fantasma, como en 1976, y el propio River supo dominar a sus fantasmas.