“La violación es un crimen. Pero el flirteo insistente o torpe no es un delito, ni la caballerosidad una agresión machista”, dicen personalidades como la actriz Catherine Deneuve, la escritora Catherine Millet, la editora Joëlle Losfeld o la actriz Ingrid Caven en la tribuna, publicada en el diario Le Monde.
Aclaran que “no se sienten representadas por ese feminismo que, más allá de la denuncia de los abusos de poder, adquiere el rostro de un odio a los hombres y su sexualidad”, en alusión al movimiento #MeToo (#Yo también), que surgió para denunciar en las redes sociales casos de abusos machistas.
También se refieren a ese movimiento como “justicia sumaria”, que juzga a hombres “cuyo único error fue haber tocado una rodilla, tratado de robar un beso” o “hablar de cosas ‘íntimas’ en una cena profesional”.
Aunque consideran “legítima” la “toma de conciencia sobre la violencia sexual ejercida contra las mujeres, sobre todo en el marco profesional”, “esta liberación de la palabra se vuelve hoy en lo contrario: nos conminan a hablar como es debido, a hacer callar lo que enoja, y quienes se niegan a plegarse ante semejantes directrices, son vistas como traidoras, ¡cómplices!”.
En otra parte dice la nota: “Campaña de delaciones”, “justicia expeditiva”… ha habido hombres que han sido “sancionados en el ejercicio de su profesión, obligados a dimitir, cuando su único error fue haber tocado una rodilla, tratado de obtener un beso, hablar de cosas íntimas durante una cena profesional o haber enviado mensajes de connotación sexual a una mujer que no sentía una atracción recíproca”, aseguran, hablando de una “ola purificadora”.
Para este colectivo, “esta fiebre de enviar a los cerdos al matadero (en referencia al hashtag francés #BalanceTonPorc (delata a tu cerdo, equivalente del inglés #MeToo), lejos de ayudar a las mujeres a ser autónomas, sirve en realidad a los intereses de los enemigos de la libertad sexual, a los extremistas religiosos, a los peores reaccionarios y a quienes estiman (…) que las mujeres son seres aparte, niños con una cara adulta, que reclaman ser protegidas”.