Por Ignacio Martínez
No estamos hablando de la ausencia de democracia en los partidos. Sólo queremos mostrar que ese enfermizo internismo contamina todo, dejando en tercer plano temas de interés nacional. Cada quién sabrá justificar la división de los colorados y el comportamiento de los liberales. Abdo Benítez seguirá diciendo que falta conducta ética y Alegre amenazando con expulsiones. No subestimemos lo que sucedió ya que ambos se involucraron en el caso Díaz Verón, y en plena campaña electoral.
Es sano entender que la situación de la Nación es, en parte, responsabilidad de los partidos. Ésta sociedad más que partidaria es dogmática en internas, y daña las potencialidades del país. Las ventajas comparativas que tiene Paraguay se diluyen por la vigencia de partidos que no tienen control sobre sus representantes cuando se definen temas de valía en el Congreso. El caso de la Fiscalía solo tomamos como ejemplo para intentar decir que se viene otros cinco años de más de lo mismo si no rectificamos la supremacía de las internas.
Ni siquiera ese combo de ineptitud/impunidad/corrupción, que viene de años, parece forzar el rumbo por otro estilo y sistema político. No queremos ser dramáticos, pero las internas se pueden incrustar, por qué no, en mayor encono y revanchismo, que de ser así será letal para la República. El exceso de valor de las internas está yendo a un campo peligroso. Es pernicioso seguir con el permanente pago de factura entre mismos correligionarios. Al final; para mal de males, hasta en ese punto, se habla mucho, y se hace poco.
Son normales las diferencias políticas, hasta personales. Son esencias de la democracia. Sin embargo, se debe asumir que no existe otro camino que la tarea consensuada para construir un país distinto a lo que se está teniendo en el actual espacio de libertad. Preocupa que las internas caminen por el lado de la oposición por la oposición. Es nocivo, es perjudicial, poner el palo en la rueda por el simple revanchismo. Lo que pasó en Diputados, donde dos presidenciables no tuvieron el liderazgo para sostener los votos contra el Fiscal General del Estado es una advertencia de lo que continuará dándose por otros largos cinco años si se continúa girando sobre lo mismo y silbando como si fuera que no está pasando nada.