Por Efraín Martínez Cuevas

Benito Medina
A la sombra de los árboles las caderas se movían con el batintín frenético de los tambores dorados y bermejos, los pies descalzos acompañaban el compás sobre la lecherada del piso. Del manso compas, a una señal del líder tamborilero, los tambores suenan exaltados como los cuerpos que danzan esa herencia venida del occidente africano.
“Mientras haya un afro-paraguayo, esta danza no terminará en Paraguay”, nos dice Benito Medina, el director del Ballet “Cambá Cuá”, que van por más de 27 años subiendo a escenarios para bailar el amarillo y rojo de su tradicional ritmo. El moreno referente de Loma Campamento es el hermano mayor de Lázaro, creador del grupo de bailarines y fallecido cuatro años y medio atrás. Benito tomó la posta.
Cambá Cuá danza en aquellas lejanías de otros tiempos, hoy en plena urbe, desde 1820 cuando los leales de Artigas fueron conminados por Francia a establecerse en el remoto Laurelty de San Lorenzo del Campo Grande, hoy jurisdicción de Fernando de la Mora.
El Hospital de Clínicas se encuentra frente a Loma Campamento, un barrio de modernas casas, unas; modestas, otras. Sus calles son angostas y sus ocupantes, casi todos parecidos unos con otros, de sonrisa fácil y hospitalarios.
En la víspera de San Baltasar, todo el barrio vivía el ambiente frenético marcado por los tamborileros. Primero estuvimos en una capilla donde los niños del barrio recibían regalos, tomaron la merienda y jugaron. El sitio estuvo casi lleno de infantes y de adultos, los padres en su mayoría.
Al otro lado, el Club Seis de Enero preparaba el gran escenario para las fiestas de hoy.
Gente arribeña mironeaban el barrio desde los coches climatizados. Los lugareños ocupaban las sombras de sus veredas y, cómodamente apoltronados, degustaban el tereré y saludaban a los extraños.
Los coches rugían por la calle que separa al barrio del Hospital de la Universidad Nacional mientras la también cercana avenida Mariscal López era un atasco formidable de vehículos de todo tipo.
En Loma Campamento hay ambiente de fiesta, los tambores retumban para honrar al santo patrono, el barrio está engalanado de rojo y amarillo, a ma media tarde se siente como un sutil aroma de mirra…